La fecha es del 6 al 12 de Abril:
http://www.el-mundo.es/metropoli/2001/567/paginas/copas.html
Y dice:
Bajo los rayos solares
Un local de espíritu bohemio que ofrece diversión y música en directo a plena luz del día
El Lamento del lagarto
Arganzuela, 15.
Abierto de 12.30 a 16 h. y 19.30 a 1 h. (Viernes y sábado hasta las 2 h.).
Cierra domingos tarde y lunes mañana.
Caña: 150 pts. Botellín: 250 pts.
Combinado nacional: 500 pts. Importación: 600 pts.
Abierto hace ahora un año, El Lamento del Lagarto, como el resto de las tabernas modernas –léase en el sentido coloquial del término, que no en el peyorativo– y con música que integran la oferta de La Latina y sus alrededores, se encuentra a mitad de camino entre las copas y las tapas. José Valera, su principal responsable –sobradamente conocido por los aficionados al rock madrileño, ya que fue el impulsor de la sala Imperio–, dejó su Carabanchel natal en compañía de otro vecino de tan ilustre barrio para recuperar en esta antigua casa de comidas de la calle de la Arganzuela algo del viejo espíritu contracultural de El Rastro. Ése es el motivo por el que quien, finalizado su paseo por el mercadillo, visite El Lamento en busca del casticismo y las raciones de las tascas de la zona, se verá defraudado.
Lo que cuenta en este bar es la música, que va del swing al rock & roll, pasando por todos los ritmos estadounidenses de antaño y, si suena bien, lo que se tercie. «No nos cortamos ante nada; en estilos, nos gusta todo», explica Valera. En efecto, es éste un establecimiento tan sonoro que, si no fuera porque en la calle brilla el sol del mediodía –que es cuando el ambiente alcanza su máximo apogeo– el cliente creería encontrarse en un club de jazz o cualquier otro local nocturno.
En cuanto a la que bien podemos llamar segunda etapa del garito, la que en verdad tiene lugar de noche, se asemeja bastante a las propuestas de aquellos primeros bares underground que empezaron a verse en el Madrid de hace 25 años. Poblado como aquéllos por gente heterodoxa, que acude al local a escuchar las delicias artísticas que Valera ofrece, sus veladas distendidas y, a menudo, incluso fraternales. La edad de los incondicionales de El Lamento del Lagarto oscila entre los 30 y los 40 años. Más bohemio que ninguna otra cosa, la vida en él gira en torno al piano. Frente a dicho instrumento, lo mismo se organiza una jam session que se sientan reconocidos bluesmen ingleses y norteamericanos, con lo que buena parte de la parroquia que llena habitualmente la casa –siempre hasta los topes en las horas cruciales– es de estas nacionalidades.
El resto de la clientela habitual está integrada por músicos –«El Zurdo, de Cucharada, es uno de los más asiduos», comenta Valera– y cineastas. Pequeño y recoleto, la única decoración del inmueble son los lienzos de las exposiciones de pintura que organizan permanentemente.
A decir verdad, aunque los conciertos suelen programarse en las mañanas de los fines de semana, la propuesta de El Lamento del Lagarto apenas varía en sus dos etapas. Lo único que le diferencia del resto de los bares de copas son los precios, sensiblemente más bajos, y su horario, más restringido.
Javier Memba
Creo que esta colgado en el corcho pero ni te abras parado a leerlo ni yo lo hice, que cosas dicen eh? como cambian las cosas desde puntos y origenes distintos, gracioso.
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