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CONTRACULTURA HACIA GLOBALIZACIÓN. EX OCCIDENTE HOY
1. WE ARE WIRIKUTA
La contracultura es un fenómeno precursor de la globalización. Para los que nos concebimos como insurgentes, molestos o, por lo menos, cínicos y nihilistas restantes del llamado Orden Occidental, nos costará trabajo admitir que la contracultura fue un error. Entiendo por contracultura, la serie de modificaciones culturales de tipo gnóstico-sincrético que se realizaron en el seno de las naciones industriales durante la posguerra como forma de protesta contra el orden judeocristiano y sus valores hegemónicos.
En mordaz retrospectiva, la contracultura fue una fase más del capitalismo salvaje. Fue su hipocresía, es decir, su religión alternativa. En la contracultura se inventó un mercado transnacional para el intercambio de estéticas, actitudes, autorías, bienes simbólicos, estrategias, ismos y, sobre todo, legados. La contracultura funcionó primordialmente como una repartición de la herencia cultural de los pueblos dominados, repartición de todos los curanderos, de todos los métodos, de todos los sonidos. No es un accidente que la contracultura haya desembocado en dos figuras emblemáticas: el dj y el hacker, los reyes de la cibercultura, la contracultura llevada al monitor y la digitalización, dos personajes que representan la reapropiación, la intromisión y el reacomodo de los sistemas ajenos, de la herencia y la tradición. La mescolanza contracultural fue lo que dio pie a su hija, el posmodernizaje, la hibridación total, el desorden y subasta de los signos arrancados, el confetti de todas las ideologías cayendo indistintamente en la misma fiesta, the great party. La contracultura fundamentalmente remezcló todos los saberes. Para eso precisamente sirvió el Internet, la coronación técnica de la contracultura: una red para el intercambio caótico de todas las sensaciones, productos, identidades, afinidades y máscaras.
La globalización es el afán de homogeneizar las culturas, mediante la imposición de un orden hegemónico de ideas a la vez que mediante la mercantilización de todas las ideas sobrantes. La globalización no extirpa a los disidentes: los reorganiza y reproduce. Comenzando por el arte y finalizando con la política, la globalización triunfa porque es totalizadora, no quiere olvidar nada, e incluso obliga al coreano que se suicida para protestar contra la Organización Mundial de Comercio (OMC) a hacerlo con una navaja suiza en su estancia en Cancún. En este sentido, la aldea global, fue casi simultáneamente prevista por el Banco Mundial y la contracultura: una situación en que todas las culturas serían compartidas y desaparecían las barreras.
La contracultura, ese fenómeno de postguerra hasta final del siglo XX, formó un swap meet o tianguis de ideologías. Todas ellas supuestamente contestarias, pero que al ser descontextualizadas, no sirvieron sino para formar una espiritualidad sincrética, un All You Can Believe Kit, para homogeneizar las sabidurías ancestrales, hacerlas light, destruir su esoterismo, volverlas todas exotéricas, violando su privacidad o singularidad territorial o identitaria. La contracultura hizo posible que todas las plantas mágicas y todoas los conceptos sagrados se hiciesen disponibles a sus consumidores potenciales en el Primer Mundo (sin necesidad de receta médica, porque en la contracultura todo es geriátrico), con una variedad increíble, semejante a la oferta múltiple de pastas de dientes o de refrescos. A dos mil años de la invención del último de los dioses, se decidió poner a todos en un mismo aparador. El altar de la post-alteridad.
Al traducir el budismo y expandirlo en Norteamérica o Francia, al forjar indigenismo en culturas blancas, las religiones de los otros se convirtieron en posesiones de Occidente. (¡El repertorio completo!) El New Age, digamos, fue una estrategia para robar cándidamente a las culturas marginales de sus conocimientos metafísicos. No nos hace falta leer a Edward Said, Paul de Man, Baudrillard, Houllebecq o Rexroth, para ser presas del desencanto post años sesenta y noventa. La contracultura no fracasó, cumplió su exacto propósito: prevenir la revolución auténtica, ridiculizarla, hacernos creer que no había revolución preferible, más espiritual o más entretenida, pues ahí todo saber, esperanza o techné se convirtió en un ingrediente de un DJ religacional a la vez hipergoloso y harto. Toda idea pasó a formar parte de una serie de cajas de cereales para el alma.
Las culturas periféricas fueron saqueadas de sus ideas como simultáneamente fueron saqueadas del petróleo y el oro. La contracultura fue una parte maquiavélica del colonialismo, fue, primero, la profanación de las sabidurías secretas, que pasaron de ser iniciáticas a ser masificadas. El zen dejó de ser una forma de vida oriental, a ser una opción más para aliviar la ansiedad norteamericana o europea, junto con la hidroterapia, la silla caliente de la gestalt o zest, el jabón anti-stress. Las religiones profundas de las tribus sirven ahora para relajarnos los weekends. Putumayo World Music.
No olvidemos: la conquista material de los pueblos, iba a la par de la traducción de los Sutras o las tabletas. Las sabidurías tienen un contexto cultural específico, un contexto tan restringido que es casi climático. Fuera de ese contexto incluso la más alta sabiduría (el taoísmo) se vuelve ridícula u obsoleta. Cada cultura debe iluminarse con su propia gnosis. Por ende, la importación y apropiación de sabidurías ajenas es una aberración, la construcción de un monigote espiritual, el diseño de un alma hecha de carterismos y retazos.
La contracultura contribuyó centralmente a esta producción del absurdo, en su búsqueda frenética (psicodélica) de ideologías antiguas, psicoterapias, magias, literaturas, disciplinas, meditaciones, heteróclitos turismos por el Ser. La contracultura fue parte de la voracidad e hipertrofia de Occidente. ¿Qué es lo retro sino precisamente hacer que el pasado ingrese en las leyes actuales del mercado? Nos interesamos en la antigüedad porque deseamos consumirla otra vez más, incluso resucitando religiones, ampliándolas, con tal de ponerlas en reventa o almacenarlas, poner a precio de mayoreo los secretos de los sabios para beneficio de las clases medias mentales, mediáticas o reales.
El resultado de todo esto, en términos locales, fue el desastre cómico que vivimos. Demos un ejemplo mexicano, quiero decir post-mexicano, una de nuestras entradas a ExMéxico: si analizamos la historia de nuestra propia contracultura, del rock a María Sabina, nos daremos cuenta que en muchos aspectos no fue sino la adaptación de nuestra rebeldía o cultura a patrones norteamericanos, o cómo los norteamericanos pudieron incluso con los poderes de los hongos, los secaron. Mientras, por otra parte, de Carlos Castaneda reviviendo el saber yaqui (reloaded) a Lila Downs (Musical Frida, Frida II-New York tehuana) nos percatamos que toda lo mexicano (contraculturalmente mexicano.) proviene de Estados Unidos. Quienes representan a lo mexicano en el mercado ideológico alternativo mundial, aquel formado por la contracultura, son chicanos. ¿Cómo sucedió esto? La cultura, sus ideas o prácticas superiores, fueron sacadas de su territorio aborigen, fueron apropiadas por los imperios, quienes ahora las exportan de vuelta a sus países de origen en la más bárbara de las paradojas.
Cuando las culturas periféricas fueron materialmente empobrecidas, saqueadas o llevadas al genocidio, el saber quedó flotante, listo para ser arrancado y llevado a otra parte. Desde la emigración hasta la formación de 'monjes' occidentales en países orientales, por ejemplo, o arqueólogos extranjeros llevando piezas o ideas a sus países de origen, o interpretando para los nativos el significado de sus estelas milenarias, los roles perdieron su orden y lógica. El saqueo de piezas arqueológicas es análogo al saqueo de ideas, sólo que este último se reviste bajo un halo de santidad, erudición o ciencia. Apenas se pudo, los códices aztecas y mayas fueron llevados a Madrid o París. El nombre de esos documentos prehispánicos es ahora un homenaje a ciudades europeas, y esa etiqueta es la prueba de que son los restos arrancados, los fraccionamientos exportados, las evidencias póstumas de la destrucción. Al ser sacados de su contexto original, los saberes se vuelven inconexos y menús o botiquines de emergencia para los eclécticos o para épocas en que las culturas que robaron todos esos ingredientes no producen ideas o religiones propias. La contracultura es una crisis de originalidad de Occidente, un safari para adquirir ideas en los mercados de los países exóticos y dominados.
El Primer Mundo destruyó al mundo antiguo del Tercero, aplastó a sus márgenes, y se llevó sus corpus espirituales, sus conocimientos superiores. Algún día, cuando esté agonizando Occidente seguramente buscará, sí, de nuevo, en esos almacenes y organizará su magnánimo restreno.
2. NEW AGE & CAPITALISMO
El saber holista del New Age fue preventivo. Con la difusión de este saber holista -gnosis pacifista de reconciliación cósmica- se evitó que los sectores inconformes de la sociedad occidental capitalista produjeran una ideología de crítica anticapitalista explícita. El New Age fue la estrategia acuaria mediante la cual las clases medias eludieron el marxismo o cualquier rebelión de política concreta. Incluso en su terminología post-esotérica, el New Age imposibilita o retarda la confrontación directa del capitalismo, pues aunque se trataba de una crítica de la ansiedad, angustia, voracidad y enajenación del alma americanizada, con los ideologemas de Alan Watts, Suzuki, Chopra u Osho no se puede sino encontrar la joya interior, el dharma, el tao inexpresable o la mujer a punto de dar a luz otra metáfora mística y otra y otra más y nunca singularizarse en la realidad política de los imperios o gobiernos mediocres donde estas ideologías del escape hermoso son fomentadas. Con toda estas conceptualizaciones místicas sólo se llegó a la idea de que el alma tenía que ser mejorada, podía ser mejorada de maneras que el cristianismo desconoce, y así llegamos pronto a la literatura de superación personal y a la psicoterapia pro-capitalista, que deja intacto y promueve el sistema mercantil o la sociedad de clases con-sus-místicas. Con todo ese aparato de pasión monástica y exotismo asiático, el New Age y la contracultura sublimista eludieron la crítica a General Motors, la CIA, Nixon, CBS, NBC y, en nuestro caso, el PRI y Televisa. Inventaron una visión del mundo y un glosario ultraterrenales para no tener que nombrar lo que estaba frente a sus ojos: un televisor y no una eufemística.
La contracultura fue una revolución fallida. Sólo ocupo a las huestes descontentas en sus décadas jóvenes y les brindó una distracción anestésica. Fue el gnosticismo de la posguerra y final de siglo XX, fue una rama más del cristianismo herético. Cristianismo paliativo, por supuesto.
En el caso norteamericano, el verdadero saber rebelde radicaba en Malcolm X y Martin Luther King, y no en el orientalismo blanco. Para evitar que el saber negro provocara la revolución social que debió provocar, el enfrentamiento de sangre, los norteamericanos en deseo o sensación de revuelta acudieron a sabios orientales, a budistas e inciensos, para así no tener que seguir la asquerosa sabiduría de esos negros. Lo mismo sucedió en otras esferas, desde la música, donde Elvis tradujo el ritmo negro que las masas no hubieran aceptado nunca directamente de ellos, hasta la poesía, donde los beats se apropiaron de la actitud contestaria de la negritud y luego se hicieron famosos por ese look. Buena parte de la contracultura fue una estrategia inconsciente o voluntaria para no reconocer que el conocimiento revolucionario y su praxis ya existían en el interior específico de las naciones capitalistas en riesgo. Para no ver directamente al 'otro' nacional se buscó al otro exótico.
En México sucedió algo análogo. La idealización del mundo indígena, su platonización: el saber indígena y el cuerpo indígena mismo se hicieron cada vez más etéreo, cada vez más retro, cada vez más sublime, para así llevarlo al cielo místico de la permanencia dilecta y hacerlo intangible y apropiado. Ya se ha dicho muchas veces: el indigenismo mexicano típico ama a los indígenas... del siglo XV.
Los norteamericanos rebeldosos también hicieron lo mismo con sus indios. También los glorificaron en su estampa psicodélica, en su afán de no enfrentar a la realidad misma y, por lo tanto, estar siempre arribísima, completamente high, completamente santos o enteramente eléctricos. LSD como nueva aerolínea de viajes, como nueva vía para seducir aeromozas o multiplicar los rizomas.
Las sabidurías del New Age fueron una secuela del colonialismo. Gracias al colonialismo europeo, o sus concomitantes eruditos y sus lords curiosos fue que Schopenhauer pudo poner sus ojos en los Vedas y en los Upanishads. El colonialismo abrió las culturas, las puso en el mercado, las fragmentó y parte de lo que rompió en pedazos exportables fueron sus corpus gnoseológicos. El saber de las culturas colonizadas fue separada de la unidad de la que había surgido. Sus conocimientos superiores también fueron sacados de su totalidad y ya convertidos en pepitas de oro fueron puestos a la venta o al intercambio simbólico de bienes internacionales.
3. GOOD BYE OCCIDENTE; ALTERIDAD, ADIÓS PARA SIEMPRE
La pregunta no es si 'Occidente' asimiló la contracultura, su oferta de nuevos sistemas de creencias, objetos, prácticas, instituciones y valores. Esa no es la pregunta, pues es muy claro que la absorción de la contracultura efectivamente sucedió. La pregunta es qué tipo de sociedad resultó de esa absorción, la hibridación magna de deicidios vitamínicos, modas espirituales y karma-mercados. Occidente se hizo más excéntrica, literalmente más ex-céntrica, cambio el centro de sus ideas para adaptarlas al flujo infatigable de alteridades psíquicas y religiosas. Wall Street hace yoga, el rock es parte de la vida del presidente, y cualquiera de nosotros es sufí.
Occidente se hizo todavía más monstruoso. Se hizo ridículo, pues en la asimilación omnívora que es la contracultura se deformó para aceptar las singularidades, fragmentos de otras culturas, exotismos, pues no rechazó nada, lo quiso todo para sí, lo hizo componente de su cuerpo barroco-merz y clon-mecánico. Se hizo multicultural, caótico, simultáneo, hipertrófico, saturado, carnavalesco, cancerígeno. Si vemos hoy la axiología de Occidente y observamos su cuerpo axial, su aspecto material y psíquico, Occidente es irreconocible. La Razón que lo guiaba fue cambiada por una ambición de lo demasiado, donde lo racional siempre fue minimalista, preclaro, insuficiente como guía, ahora está el hambre total. Occidente ya no es siquiera tradicional, estricto o racionalista. Occidente ya no es siquiera Occidente.
En su delirio de supervivencia y macrodesarrollo, de consumo irrefrenable y destrucción de todo lo otro, Occidente se hizo lo Otro para sí mismo. Dejó de ser Occidente. Vivimos hoy en Exoccidente, porque lo que «Occidente» fue, esa marca terrible, esa piedra angular, la Civilización, devoró todo, se hizo contrincante de sí misma y terminó convertida en una super piñata, en un mandala budista hecho de azúcar, en un dinosaurio disuadido, en un travesti que no contento con ser travesti, es un travesti indeciso.
En su abuso, Occidente probó todas las posibilidades y se bifurcó hacia todas, y no admitió herejía o delincuencia que pudieran escapar a su invitación de integrarse en la macrorganización de la civilización que todo lo desea y todo lo admite, aunque en esa voracidad se destruyó a sí misma, y ahora ni siquiera es lo que era antes. Occidente mutó y ya es otra cosa, ex o post, da lo mismo. Same all, folks, same all.
Por nuestra parte, esta región dudosa del mundo -Latinoamerica- pero, sobre todo, México por ser un zona de atributos supuestamente mágicos y residencia simbólica de la Otredad (a juicio unánime de nacionales y europeos y norteamericanos intrépidos) sufrió la mutación inversa. Se occidentalizó, como Japón, ese otra zona de diferencia, también lo hizo. Lo Otro se hizo atrozmente occidental, aunque fuese por accidente u oxidación. Si Occidente dejó de ser Occidente debido a la contracultura y su economía general de asimilación de la alteridad, Latinoamérica y Oriente se hicieron neOccidente. Occidente somos nosotros, y así seguimos condenados a vivir en retraso a los que inventaron y ya asumieron otro disfraz, un disfraz que incluye el actual nuestro, el pretérito nuestro, el que prosigue y, que obviamente, ese sí ya no será nuestro.
México es ahora gobernado por Fox -por cierto, la marca del zorro, ¿cuál es? Coca Cola, por supuesto-. México cree en el libre mercado, cuando los ex o post occidentales cada vez son menos capitalistas y son cada vez más ex o post o whatever. Nosotros marchamos hacia la hipocresía de la democracia occidental (ese buen recuerdo), mientras ellos ya son neo-totalitarios. Nosotros, los otroccidentales, los retroccidentales, somos cada vez más modernos, mientras ellos ya son ex o post, ya lo dijimos: Occidente ahora somos nosotros y ellos ya son lo que siguió.
No sería raro, por ende, que cuando alguien quiera castigar al responsable de la occidentalización del planeta, Occidente (la versión original) ya sea irreconocible por completo y su transformación impida que sean identificados como los primeros culpables, y entonces nosotros (los neoccidentales, los occidentale a destiempo) seamos juzgados por los crímenes de Napoleón, Hitler, Stalin y Bush I y II. McDonalds será atribuida a México, la televisión a Brasil, la bomba nuclear a Japón, la contaminación a Sudán, y el neoliberalismo a la Ex Unión Soviética. Seremos hallados culpables, seremos los únicos modernos a quien responsabilizar.
El Tercer mundo tiene los valores y aspiraciones del Primero, y el Primero ya es el Cuarto, la Cuarta Vía donde Ouspensky y la OMC son compatibles e internecesarios. Esta es la burla más grande, la más grande humillación. Occidente se convirtió en la parodia de lo que fuimos nosotros y nosotros nos convertimos en la parodia de lo que Occidente fue alguna vez. Como siempre, salimos perdiendo. Otra vez apócrifos.
Los que se tranformaron, por lo menos, podrían sufrir un final más idílico, pues en la fuga de sí mismos consiguieron robar todos los peyotes, todos los sutras, todos los mantras, todos los hábitos de monje, todos los penachos, todas las sonajas, todos los venados, todos los inciensos, todos los zodíacos, todos los talismanes, todos los códices, todas las indígenas y todas las pirámides. Y en esa posesión desesperada de salvaciones probables, los exoccidentales, los mutados, y a razón de que ya no había nadie más en la Puerta de la Ley, alcanzaron accidentalmente, por default, el Nirvana o incluso el Paraíso.
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