Extractos de: Manuel Almendro(1995). Psicología y Psicoterapia Transpersonal, . Ed Kairós, Barcelona, España
Extraido de:
http://www.punksunidos.com.ar/blog/archives/220
Claudio Naranjo
Médico psiquiatra de origen chileno, forma parte de aquelíos pioneros que desde California se entregaron a las nuevas emergencias, investigando en drogas psicotrópicas, aprendizaje y guía espiritual, lo que le coloca en un puente de unión entre la gestalt y la psicología transpersonal. De sus escritos se desprende también una preocupación por esas nuevas emergencias armonizadoras dirigidas a todo el planeta, por lo que está interesado en proponer alternativas comunitarias.
Estuvo con el boliviano Oscar Ichazo, en los tiempos de Anca, en Chile, en contacto con “el reflejo” de la Baraca, energía divina que se contemplaba en el crepúsculo; con la reducción del yo y el Trespasso: ejercicio de amor hacia todos los hombres, con el eneagrama que hoy sigue cultivando; era el Cúarto Camino. Discípnio importante de Peris, continuó la labor del maestro en Esalen, en sus primeros tiempos, y sobre todo cuando éste marchó al Canadá. Cada vez que Naranjo se dirige a Peris se desprende la gran estima que siente hacia él, respeto y admiración de discípulo. Naranjo me ha confirmado que se identifica fundamentalmente como guestaltista, aunque gran parte de su actividad se dedique a ese collage de meditación, lo que unido a su concepción de la gestalt, del eneagrama, etc., constituye el “Programa SAT” para desarrollo personal y profesional. Considera de igual manera que la influencia en su vida de Tarthang Tulku Rinpoché y Karmapa ha sido tan grande como la de Peris; y precisamente sobre éste se decanta por liberarlo de la ortodoxia actual, lo cual significa que prefiere una gestalt vitalista y espontánea que académica. Naranjo ha enseñado en el instituto Nyingima, la Universidad de California, y es miembro del instituto Cultural de Londres. Formó el Instituto Sat, pionero de la época de la que hemos hablado y por el cual vuelve a interesarse ahora. Naranjo viaja por todo el mundo, dando conferencias, seminarios y talleres. Tiene un periplo que lo hace especialmente conocido en Europa. España es la cabeza inspiradora de muchos centros psicoterapia gestalt, habiendo realizado numerosos trabajos entre cuyos participantes me cuento. Sus ojos penetrantes y su expresión indagadora no impiden una nota física que refleja su constante caminar.
La psicología transpersonal nace a partir de cierta regeneración de la psicología humanista; Naranjo, con el aspecto trauspersonal de la gestalt, confirma ese embrionamiento cuando sostiene que sus características mas distintivas son, en rigor, transpersonales: que yacen más allá de la persona y además, con la base que supone el percatarse en sí misma, de la terapia guestáltica. Esa concepción de una gestalt transpersonal también está en Marcela Miguens, en un viaje hacia la unidad que parte de su propia experiencia: la unidad del ser reconocida en el cuerpo-mente-espíritu-cosmos.
La toma de consciencia que supone para Naranjo el darse cuenta es en sí espiritual, es el “budeidad”, el despertar a si misma, ya que la mente es en sí el contenedor. Así se entronca lo transpersonal en lo personal, lo espiritual (palabra preferida por Claudio) en el ego. La espiritualidad en la terapia guestáltica está disimulada, pues relega a un lado la religiosidad ordinaria y está presente, aunque sin ser tomada en cuenta, en la naturaleza transpersonal de la toma de consciencia.
Perls impuso su impronta a esta psicoterapia. Aparece como un hombre directo, anticursi, vital, poco intelectualista, duro, pero que guarda detrás de ello un corazón de oro para el que lo sepa decubrir. Así es como me imagino al maestro de Naranjo, quien además opina que era vengativo. En gran parte Perls aparece con la rudeza de algunos maestros zen y, como añade Claudio, su experiencia personal del saton, su meditación diaria de una hora, adornado todo ello con una crítica de antiespiritualista por los sacrosantos creyentes, ha moldeado a la terapia guestáltica en equivalencia con el budismo moderno que conlíeva la toma de consciencia más la virtud; hacia la persona que está más allá del carácter, es decir del ego, afirmación que funciona a un nivel transpersonal, según Naranjo; y sin duda puede ser entendido así.
El yo-tú, aquí y ahora, lleva consigo el percatarse en una relación, un estado de consciencia que hace introducir lo transpersonal en lo interpersonal. Esta afirmación sería la clave de lo que estamos tratando. Otro aspecto sería la aceptación de la no-experiencia, la aceptación de la nada, que responde a aquel famoso pasaje desde el vacío estéril al vacío fértil de Fritz Perls. Tiene que ver con el morir y renacer, que no es fácil, como ya lo argumentaba, y además lo consideraba como la esencia de la terapia e incluso de la vida.
La terapia guestáltica comparte con lo transpersonal la consciencia del dolor y la muerte, también el prototipo del gurú feroz, expeditivammentre reductivo del ego, de corte chamánico, lo que también es una impronta en la terapia contemporánea. El carácter directo de Peris se define en su autodesripción personal: 50% hijo de Dios y 50 % hijo de puta.
Directo hacia lo Transpersonal.
Sin embargo, Naranjo, en su escritos también se decanta por una psicología de la trascendencia, una psicología espiritual que nace cuando no se controla la entrega. Es lógico pensar que su vida, sus experiencias, tanto en ~ campo de la meditación como de las prácticas orientales, sus visitas a los mundos del nagual, le hayan proporcionado una visión que sobrepase lo terapéutico para entrar en lo pedagógico y en los reinos de la consciencia-energía. No está exento de pasajes dolorosos que pocas veces se les escapan, como la muerte de su único hijo en un accidente automovilístico en Big Sur y los tropiezos físicos. De nuevo la vivencia es clave en esta clase de terapeutas. Esa psicología de la trascendencia, proviniente de la evolución de la personalidad en Occidente, entronca éon las psicologías transpersonales del pasado y con la experiencia Vajrayana. Ello implica una «transformación», un cambio organísmico de naturaleza espontánea, de tal manera que las destrezas, inclinaciones emocionales y hábitos se ponen al servicio de un proceso benéfico universal. Y sigue añadiendo Naranjo, que para quien monta el corcel indomable del shunyata (vacío del que algo surge), la pasiones se transforman en virtud de una química espontánea: en energías espirituales.
Digamos que es el camino de la vuelta a casa, llegada que tantos han experimentado aunque de forma fugaz y que está presente en la tradición. Es el renacimiento espiritual, el fin de las tinieblas tras la muerte en vida, tras el paso por el desierto; también tras «la noche oscura» de san Juan. El misticismo estaría en el origen de toda religión a pesar de la oposición de los teólogos. El proceso espiritual, concreta Naranjo, conlíeva la aniquilación de aquello que se interpone entre nosotros y Dios, de aquello que representa el velo de la mente oscurecida.
La era terapéutica.
Naranjo se almea con los que señalan a esta época como un momento de crisis y de cambio en el que muere una cultura y fermenta otra, y en que aparece la psicología transpersonal en la terapia, con el enfoque diferente de la espiritualización, levantando el velo de la neurosis para pasar hacia etapas superiores de desarrollo, un neo-chamanismo dirigido hacia el viaje interior que implica curación, misticismo, arte. Por ello surgió la importancia de la psicología humanista, antimecanicista; la importancia del cuerpo para la emergencia de lo espiritual, yendo hacia una síntesis, hacia una terapia integral que tenga en cuenta todos los aspectos del ser humano:
síntesis entre la razón y la emoción, entre el cuerpo y el espíritu y entre lo psicológcio y lo espiritual. Viaje interior que está presente en la literatura clásica: en el viaje del triunfo en la IIIada, por la oscuridad en la Odisea. También se dio en el Gilgamesh. En estos viajes se encuentra la humildad del «nadie» con la de «las manos vacías» y el aparente fracaso con el verdadero triunfo.
En sus libros, además de The Healing Journey, el viaje de curación, donde Naranjo expone sus investigaciones sobre el mundo de los alucinógenos, de sus libros sobre Gestalt, está La única búsqueda, uno de los títulos más bellos que se hayan encontrado últimamente, y en donde Naranjo expone una metodología transpersonal de los caminos de la consciencia. Es un libro que representa madurez y preparación para encontrar que la diferencia es apariencia, y que efectivamente la unidad es la clave de la búsqueda.
La autencidad es clave para la búsqueda que pretenda superar la muerte contemporánea, para ir hacia la ciencia de la consciencia que supere al hombre robot, que encuentre la unidad en la multiplicidad, la integración en la psicoterapia, bajo el punto central y significativo de la experiencia: un mapa maestro que deseche procesos culturales que hoy ya son inservibles. Todo ello lleva a Naranjo a la preocupación sobre la educación, verdadero talismán de la transmisión que no ha de ser bloqueada por la dependencia de una esperanza de futuro. Por lo tanto, según Naranjo, los objetivos de la educación estarían basados en dar lo que necesite el sediento, sin moldearlo con algo preconcebido. Parece expresar aquello de no dar a quien no lo pida, porque ello significaría que no está preparado y la simiente caería en baldío. Todo bajo la confianza en las maniobras del universo, que según la tradición conlíeva la presencia de un hombre «caído», el «olvido» de un mundo superior como reza la filosofía de Platón. Sobre las maneras de abrir caminos se basaría la empresa de los distintos tipos de educación. El objetivo de la psicoterapia, desarrollado anteriormente, nos lleva a la salud que es “salvación”, lo que tropieza con los cánones establecidos. Lo religioso, además de las contradiciones históricas sobre el conformismo, nos lleva a un camino negativo en Occidente basado en la vía purgativa, mientras que en Oriente es un camino positivo de armonía con la naturaleza, religiosidad que hoy en Occidente está alejada de las formas actuales de la psicoterapia.
Por otra parte Naranjo investiga la relación entre los caminos tradicionales y contemporáneos. Es un proceso de reflexión en el que dilucida una clasificación sobre ellos. Así tenemos: Caminos de acción, con su énfasis en lo volitivo de la acción humana que se situará de alguna forma frente a los huéspedes inoportunos del inconsciente. Caminos de la acción correcta, clave del budismo en la vida cotidiana, ya presente en el yoga de Patañjali, autocontrol para no estar a merced de los impulsos, que lleva a «reír y a llorar sin dejar rastro» en el zen. Pero esa acción correcta, afirma Naranjo con penetración, ha de ser descubierta por el individuo, con todas sus facultades, y ello le llevará a la elegancia en la acción que no es acción: que apunta a la acción no sólo sobre «el qué» se está haciendo, sino además del «cómo»; muy propio del zen y de la tradición derviche. Caminos de sentimiento, en los que nos mueve la emoción, que implican curación cuando cambian, desechando sentimientos neuróticos producto de un yo idealizado. Es un camino que ha utilizado la religión para odiar, como en el cristianismo, lejos del cultivo de los sentimientos de amor a todos los seres y al mundo como sagrado. El devocionalismo, el misticismo devocional hace al hombre participe de la vida divina o lo hace trascender desde sus límites de individualidad hacia la unión mística. Está inmerso en el yoga del amor, en el espíritu de servicio, en el afecto por los niños, su espontaneidad, su sencillez, su frescor: representado por el niño Jesús y el niño Krishna en el amor universal. Los caminos de conocimiento, en los que el pensamiento erróneo, hoy, es causa de nuestras catástrofes, por el aspecto negativo del dogmatismo, la erudición vacía y el intelectualismo parcial. El camino de la fe. El camino creativo. Caminos de presencia de la mente que hagan estar al individuo detrás de sus palabras, cosa que no sucede en el neurótico. Acción, sentimiento, conocimiento, se complementarían con el cuarto camino de la consciencia, llegando a ser un testigo completamente observador sin censura ni aprobación, sin aversión, sin atracción; atención que se practica en los sufíes y en el zen, hacia la paz y la armonía de las profundidades de la mente que son los poderes curativos del ser sin ego. Valor que ha de saber atravesar la «desolación emocional e intelectual», la nube negra de la depresión, el agobio, etc., y donde más que gritar se ha de mirar bajo «la mirada compasiva de los incansables ojos inmortales». Hermosas palabras sacadas de una cita de Naranjo sobre la crisis de crecimiento según Phiroz Mehta.
En los métodos físicos para el desarrollo de la consciencia, Naranjo nos habla del sentido de askesis como entrenamiento bajo el esfuerzo y la práctica. Aquí se encontraría el tradicional ayuno, que va unido a la iniciación, presente en todas las tradiciones del planeta. Además aquí estarían los esfuerzos extremos, los trabajos con la respiración, las drogas psiquedélicas como expansoras de la mente, bebidas «mágicas» como el haoma del Zend Avesta, el soma del Rig veda, etc. También recalca el papel de los asistentes.
Bajo la experiencia de la unidad.
Naranjo nos afirma, siguiendo con sus reflexiones cuya forma y orden respeto, que las contradicciones de los caminos de crecimiento son apariencias resueltas en la experiencia, de la misma manera que los Upanishads citados nos exponen el conocido ejemplo de la leche que es blanca aunque las vacas sean de colores diferentes. El reconocimiento de esa unidad está presente en la tradición y está puesto de manifiesto a lo largo del trabajo presente. Naranjo propone un proceso de unidad entre los sucesivos métodos, por ello ha establecido una panorámica reducida a doce métodos resultantes de la división triple de cada uno de los cuatro caminos: acción, sentimientos, conocimiento y consciencia, dirigidos al propósito del desarrollo humano y la educación. La experiencia de la práctica es lo que enriquece los sistemas terapéuticos y las artes internas, todo ello dirigido hacia un proceso de curación-iluminación-desarrollo psicológico como un proceso de cambio de identidad, mayor contacto con la realidad, aumento simultáneo de la participación y el desapego, de la libertad y capacidad de entrega, unificación: intrapersonal, interpersonal, entre cuerpo y mente, sujeto y objeto, hombre y Dios, mayor autoaceptación y, aumento de la consciencia. Las realidades experimentales estarían en la actitud de libertad, postura interna de participación y estado de entrega.
El riesgo radicaría, en esta exposición detallada de Naranjo, en que la acción externa se convierta en un fin en sí misma y la acción interna sea olvidada. Con ello entraríamos en las formas de las vanas apariencias tan presentes en nuestra sociedad. En este proceso metódico de Naranjo hacia la experimentación de la unidad, nos coloca, en primer lugar, la experiencia de identidad, la del yo contra la auto-imagen. Es el ¿quién soy yo? de Ramana; añadamos a lo que dice Naranjo, el Vichara; y más, que la presencia de esa pregunta está en numerosas prácticas de meditación, pregunta que tiene el propósito de que resuene en la infinitud del vacío. La esclavitud sería una auto-imagen, la manipulación una respuesta frente a las condiciones desfavorables del medio, citando a Karen Horney: yendo contra, a favor o alejándose de la gente. Es el mundo de la máscara, de la sombra, sobre lo que ha de emerger el hombre nuevo, haciendo que lo mítico brille sobre lo cotidiano, es el representar los procesos involuntarios en la Gestalt, es el mundo de la auto-idealización que nos hace dependientes y además vulnerables a todo lo que la contradiga. Esto nos hace considerar lo externo como hostil, citando a Watts, a quien por otra parte ya hemos tenido en cuenta en este libro. Podemos añadir que la auto-idealización es la tapadera de lo oculto, teniendo en cuenta que todo lo que tapa descubre; de ahí los miedos. La meditación, de la que hablaremos, sería el ejercicio espiritual por excelencia para el proceso de experiencia mística que requiere una previa integración psicológica. Todo ello dirigido a destapar la ilusión de separación marcada por el ego cotidiano. Sobre la tarea de la integración se han dirigido los principales métodos de terapia, incluso desde la preocupación por los síntomas de los terapeutas de la conducta, lo que extingue una mayor apertura a la experiencia, pues desaparece el síntoma sin saber qué hay debajo, lo que diverge totalmente de la meditación. Naranjo lo sitúa como un ejemplo aleccionador. En realidad, frente a ilusión, parte de la naturaleza de la enfermedad mental como ilusoria, con una comprensión que en los psicópatas es muy débil en cuanto a la realidad; en la neurosis, en la alternancia entre la ilusion y la realidad, la primera es inconsciente y controla la conducta, y la otra, más o menos realista, está disociada de la acción y de la motivación. Se ha de tener en cuenta que la realidad ordinaria es en gran medida una construcción mental, añadiéndole a lo que dice Naranjo la famosa «alucinación conveniente de SchrÉ>ndinger». De lo que expresa se deduce que el mundo de la ilusión también es lo opuesto al misticismo, ya que éste deja entrever una realidad superior que aparece cuando se duermen las filtraciones del ego bajo la meditación, las sustancias psicodélicas, etc., en un camino no exento de riesgos aunque, como ya se ha dicho en tantas ocasiones, peligro es igual a oportunidad. Además, Naranjo propone participación frente a desapego, y libertad contra necesidad; libertad en la que un ser se percibe como no auto-obstruido. Auto-aceptación para frenar el auto-rechazo, que es lo que separa al hombre de parte de su experiencia, privándole del conocimiento de saber qué o quién es. La auto-expresión es un paso para la auto-aceptación y más allá está el auto-amor absoluto. Finalmente la iluminación es el despertar donde se experimenta la experiencia.
Meditación.
Como una plasmación de lo transpersonal en lo interpersonal, Naranjo se muestra muy interesado en practicarla y potenciaría. Ya en Gestalt y meditación lo tiene en cuenta, por sus puntos en común, como la suspensión de la conceptualización por su carácter directo, auto-apoyo y movimiento hacia el centro bajo los pilares del percatarse y la espontaneidad. En la meditación se unen la psicoterapia y la espiritualidad, sobre todo en las crisis de crecimiento y desde la irrupción de lo transpersonal. El terapeuta es un especialista en la solución de los coflictos y el maestro en la visión desapegada, pero la meditación genera insights y esto genera purificación. La práctica de la meditación, continúa Naranjo, es un trabajo de dejar atrás el ego sin tragárselo, aproximándose al fondo de la consciencia que está más allá de los fenómenos mentales, disoviendo al yo, facilitando lo amoroso y el desapego, tendiendo a descubrir el problema psicológico y a lograr un alivio a veces no conseguido en psicoterapia. Pero lo decisivo en la opinión de Naranjo es que lo espiritual es inseparable de lo psicológico, cosa que se pone de manifiesto hoy día.
Sobre el gurú, que es un asunto también considerado por Naranjo, nos dice que hay gurúes y gurúes. El maestro es aquél que, viendo con claridad, lo enseña a alguien con la esperanza de que lo pueda hacer también. Recordemos lo que afirmaba Gurdjieff, que la voluntad se entrega al maestro con el consiguiente riesgo de que demos con uno verdadero o uno falso.
Sobre la meditación, recogiendo de libros, artículos y simposiums, se recalca la importancia de esta práctica para Naranjo, desde su exploración en Esalen, donde trabajaba con Gestalt por las tardes y meditación por las mañanas; no disimulando su dificultad, que requiere de años de práctica para mantenerla en lo interpersonal, de ahí las artesanías ‘niciaticas: para recuperar la atención que tienen los niños. A lo largo de los años Naranjo ha creado muchas formas de practicarla, extendiendo la tradición a lo interpersonal, redescubriendo el Vipasana desde la Gestalt. En la meditación interpersonal es como si el otro fuera un instrumento que se pudiera transformar en un estímulo, en un elemento de contagio, de dar y recibir en una especie de transfusión mental, atentos también a las posibles interferencias al dar la bendición al otro.
Naranjo señala el silencio mental, la atención a la respiración y la visualización como componentes primordiales de la meditación. También la dimensión subyacente y bipolar de la no acción y el dejarse ir que conlíeva por una parte la relajación ffsica, la pacificación de las emociones, silenciamiemto de los propios pensamientos, diálogos internos y fantasías. Y por otra parte recalca la entrega a un proceso de ausencia de ego. Es decir, en el primer caso, un motor inmóvil y en el segundo, una danza cósmica. Caminos, pues, complementarios, a lo que se une la atención y el centrarse en lo humano: atención al cuerpo, las emociones y estados mentales. Es «el aquí y ahora». Y el centrarse en lo divino: retirar la propia atención del cuerpo, sentidos y procesos psicológicos y re-enfocar la consciencia hacia el centro trascendente, bien se le llame Dios, el Yo o la Nada, sin olvidar la dimensión afectiva a cuyos polos llama amor universal e indiferencia cósmica. La aplicación interpersonal de la meditación sería eminentemente psicoterapéutica. Personalmente la he practicado en sus talleres, respirando, fijando los ojos en el hara y tórax de la pareja, hacia la disolución con el otro, hasta donde ello sea posible. Es la práctica del silencio del tú-yo, aquí y ahora, el proyectar los demonios, confiando en la autorregulación organísmica, en el contagio no verbal, evocando lo sagrado. Casi siempre con música de Brahms. La participación es activa y sugerente, la gente se predispone a entrar en una experiencia que en la integración se mostrará jugosa. La presencia de Naranjo da cierta paz y centra el propósito, pues su directividad es mínima; se limita a poner la reglas y el trabajo consume la mayor parte del tiempo.
La preocupación por el mundo.
No quisiera acabar este escrito sin exponer la preocupación por la situación mundial que Naranjo expresa en sus análisis y en la atención por lo educativo. Situación mundial que no es necesario exponer, pero que conlíeva oportunidades de transformación radical en una sociedad transindustrial que debería estar centrada en los valores fundamentales de la existencia y en una espiritualización colectiva que se inpregne de sabiduría y compasión, atenta a la insinuación de un plan preestablecido. La migración espiritual oriental estaría en ello, destacando la propagación del budismo, hacia la unidad planetaria que pasa por la unidad de Oriente-Occidente. La diáspora tibetana podría formar parte de esto, (ya estaba indicado, según decía el Dalai-Lama), rompiendo la cápsula donde maduró para dirigir el proceso.
Si la educación es un punto de interés en la preocuapción de Naranjo, más lo será la educación del corazón, piedra angular en el contexto del nuevo paradigama, educación que abarque desde lo físico hasta lo espiritual. Ello comporta superar el proceso que nos ha llevado a hacer de la tierra un basurero, responsabilizándonos de la mentalidad industrial que ha producido esta crisis, su racionalismo, cientificismo y su estructura patriarcal: de la sociedad y de la mente. Lo cual exige no sólo lo terapéutico, sino también lo espiritual, dando entrada a la subcultura de los buscadores, que de alguna manera recuperan al chamán: hombre religioso, artista, poeta, iniciador, médico… La palabra amor está relegada en los ámbitos académicos, pues carece de la seriedad que tenía dentro de los valores cristianos. Lo espiritual es el otro aspecto tabú. La sociedad necesita de la reespiritualización para retomar la herencia planetaria, la idea de pertenecr a un cosmos sagrado. Para ello necesitamos de la autorrealización, del yo profundo. Muchas personas están siendo tocadas por esta llamada; son los buscadores, y van dejando de lado sus antiguas vidas, naciendo a algo nuevo, experimentando distintos grados de un nacimiento espiritual. El proceso es contagioso y va más allá de lo académico: éste es el mensaje que subyace en la psicología transpersonal que Naranjo nos ha hecho conocer al participar en sus trabajos guestálticos y transpersonales, de cartografiación adámica y respetuosa con los espacios naguálicos. También nos ha enseñado a enfrentarnos con el dolor, cuya intensidad dependerá de las tensiones y de la posición adoptada. Sobre ello, en apreciaciones sobre la tradición, destaca que ésta utiliza el dolor para remitirse a una psicopatología que se convierte en psicoconsciencia.
¡Qué maravillosa exposición, la de Naranjo, cuyos ojillos desvelan lo transpersonal y cuya voz refleja experiencia condensada que deja atrás sus peripecias, los meandros inevitaNes de la búsqueda para exponer el drama y la compensación de nuestro tiempo; su evidencia, que si se hace consciente, no necesita palabras! Por ello ahí lo dejamos.
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